Un término que conocí hace algunos años y me encantó. Exlibris o ex libris,
viene del latín y significa, “de entre los libros”. Y son marcas para identificar la propiedad de
un libro.
¿De dónde
viene? Se sabe que el primer vestigio de exlibris perteneció al Faraón Amenofis
III (1405-1370 a.c.) y es una placa de losa vidriada azul que se usaba para
marcar e identificar rollos de papiros. Y lo podemos ver en el Museo Británico
de Londres.
Anteriormente
el mero hecho de ponerle el nombre del dueño al libro se podía considerar como
tal y las técnicas para realizarlos ha ido cambiando, desde la xilografía,
calcografía, litografía, serigrafía, fotograbado y la más común en estos días
el sello de caucho o goma.
Era
importante personalizar los libros, ya que, a pesar de que la imprenta vino a
facilitar la publicación de los libros, estos seguían siendo caros y los
ejemplares eran muy similares.
Pueden
llegar a ser pequeñas obras de arte. Incluso hay coleccionistas de exlibris.
Algunos exlibris de personajes famosos:
Hasta antes
de realizar la investigación para este artículo creía que cualquier sello con
nuestro nombre podría ser llamado exlibris. Ahora sé que debe tener ciertas
características para ser considerado como tal. No sé si irán cambiando las reglas.
Mientras tanto aquí se las dejo por si quieren mandar a hacer
el suyo.
- Debe contener la palabra “exlibris”
- El lado más largo no debe superar los 13 cm, para que pueda caber en casi cualquier libro.
- Poner el nombre del dueño o sus iniciales. Puede ser persona o institución.
- Las reproducciones deben ser iguales.
Exlibris en México.
Buscando
información de exlibris mexicanos, encontré que se dieron casos de normas o
reglamentos en los cuales se menciona expresamente en qué parte del libro y cuándo
se tenía que agregar el nombre del propietario. Uno de ellos aparece en las Constituciones
de la provincia de San Diego de México y otro pertenece a Francisco Antonio de
la Rosa del convento de san Francisco de México.
Además, vemos
un exlibris singular, el numérico en donde se vale de números romanos y arábigos
como en el caso de Mariano Aragón, que usa los primeros para señalar las letras
de su nombre y los segundos para el apellido.
En México
los materiales principales para la creación del sello eran grabados en cobre,
tipográficos y se hacían en Puebla. Los había Religiosos, Heráldicos y
Literarios, estos últimos tenían divisas, monogramas, iniciales y el nombre del
dueño.
Tardé
varios días en encontrar referencia del exlibris más antiguo en México y el
dato que encontré fue que es uno perteneciente a la Biblioteca del convento
Grande de San Francisco de la ciudad de México.
Es de tipo religioso ya que
tiene los estigmas de San Francisco de Asis y una cruz sostenida por dos brazos. Contiene también un águila parada sobre un nopal devorando una serpiente.
De los
exlibris de divisas, uno de los más antiguos le pertenece al convento de San
Agustín en Guadalajara.
La información
es contada y pocas personas con las que he tocado el tema han escuchado el
término, y mucho menos han pensado en poner su marca en sus libros.
El año
pasado mandé hacer un sello, para marcar mi biblioteca, desconocía que debía
agregar “ex libris”, y sólo contiene mis iniciales y la frase “C'est une piéce
de mon propre paradis”. Indicando que cada uno es parte esencial de un todo. Mi
pequeño paraíso.
Y tú ¿tienes
un exlibris? Compártelo en redes con el hashtag #exlibris. Quién sabe si esa
marca no será parte de una colección importante en algunos años.
TEIXIDOR, Felipe. Ex libris y bibliotecas
de México. México: Sría. Relaciones Exteriores, 1931.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Me encantará leer tu comentario!